Las ansias se habían apaciguado
por mis exámenes finales. Me sentía un poco mal porque no había hecho mi tarea
completa para el concierto: no me sabía todas o por lo menos gran parte de las
canciones que seguramente cantaría mi ídolo. Un día antes encontré el supuesto setlist del
concierto y desconfié porque quería desconfiar, no quería creer en una lista en
la que no figuraban muchas de mis canciones favoritas. Sin darme cuenta -
porque el sábado pasó más rápido que de costumbre -, ya estábamos con mi
viejo a las 7 pm frente al hipódromo de Monterrico. Nos encontramos
con Mishell, una amiga con la que voy a los conciertos, fanática al igual que
yo del rock argentino y unos trovadores. Entramos mostrando las entradas, y
caminamos por una pista improvisada de tierra, por el olor pensé que era
cuestión de tiempo que pise caca de caballo. Ya estábamos por llegar al campo
donde estaba instalado el escenario, nuestros nervios incrementaban con cada
paso, y todo empeoró cuando ya muy cerca, casi sin darnos cuenta, sentimos el
rock en el aire, en nuestros oídos, estaba cantando Charly, pero si faltaba una
hora, ya no pensamos en nada y simplemente corrimos a ver qué estaba pasando.
No se veía nada del escenario, habían tapado todo el campo con mantas oscuras
gigantescas, sonaba entonces "Demoliendo Hoteles" cuando nos topamos
con largas colas de gente, preguntamos cual era la de "Rezo por vos",
y nos mandaron más allá. Lo de Charly era la prueba de sonido, ya queríamos
entrar, nos había desesperado. No sabía qué hacer dentro del tumulto, me urgía
patear todo y cantar, quedar afónico, gritar "Te amo Charly" y quedar
inmortalizado en una de sus grabaciones en vivo.
Por fin entramos e intentamos
coger un buen sitio, lo mejor que se podía fue más o menos en la cuarta fila, a pocos
metros de la reja que nos separaba de la siguiente prisión. Podíamos ver algo,
se distinguía un maniquí en el escenario y todos los equipos, aunque ya nos
proyectábamos a disfrutar del show observando sobre todo las pantallas
gigantes. Terminando las 8 y comenzando las 9, en alguno de esos minutos se
empezó a escuchar un barullo de la primera zona, de los que disfrutarían más de
cerca con el héroe de capa azul y pelo hasta los hombros. Los que estábamos más
atrás los seguimos, supusimos que habían divisado algún movimiento extraño en
la oscuridad absoluta del escenario. Sí, era un músico, pero uno bastante malo e
improvisado que ni sabía tocar pues entró con una guitarra para hacer la finta.
Soltó una pista y empezó su cántico desafinado, además de una letra muy
elemental en cuanto a su contenido. Sólo nos quedó reírnos y pedirle mal
educadamente que se largue a la RCSM, NO VUELVAS. No sé cual fue la estrategia
de mandarnos a ese individuo a calentar la noche, pero felizmente lo que se
vendría sería demasiado bueno para olvidar esa molestia. Luego de casi media
hora del mal rato, con un juego de luces amarillas cegadoras, se prendería la
pantalla y con una imagen de la portada del disco Vida de Sui
Generis, sonaría el inconfundible Hubo un tiempo en que fui hermoso... luego
de unos segundos cambiaría la imagen al disco Confesiones de Invierno y
de igual manera, escucharíamos un fragmento de "Rasguña las piedras".
Todos los discos del más grande tendrían unos segundos, con alguna de sus
canciones más representativas. Al terminar el compendio de su discografía,
nuevamente todo sería negro. Empezaría a sonar una grabación, aparentando ser
un noticiario radial, haciendo alusión a un incendio, fue entonces que se pudo
avizorar a unos personajes entrando de los lados hacia el centro de la escena,
cómo si fueran clones, pues todos vestían igual. Unas luces azulinas alumbran y
Charly nos hace una venia, lo saludamos con gritos y él nos responde
acercándose al micro: Buenas noches, Lima.
El sueño se estaba cumpliendo y
qué mayor alegría que hacerlo al lado de quién me presentó a tan grande genio,
mi padre. El fue quien me lo hizo escuchar por primera vez, y quien luego me
consiguió un par de discos de antología, además de contarme historias sobre
unos peluconísimos visitantes argentinos que se hospedaron en su casa cuando
tendría mi edad, y con los que compartieron mucha música, toda estas aventuras
con aquellos hippies latinoamericanos al transmitírmela, simplemente le dieron
una mística diferente a lo que fue y será para siempre el increíble señor
Charly García para mí. El concierto dio inicio con "Cerca de la
Revolución", un tema que a mi la verdad no me gustaba, ahora que le he
dado varias vueltas he podido agarrarle cierta afición y leyendo un poco me he
enterado que es la canción más representativa en Argentina por lo que significa
la letra, que atacaba directamente a la dictadura que alguna vez se dio. Aunque
me limité a aplaudir, mucha gente sí la conocía y la coreó, gritó, saltó, al
igual que el maestro, que fue de jugar mucho, de poner el micro para la voz de
sus seguidores. Siguió con "Fanky" y la locura empezó a abordar a
casi todos los presentes, ese ritmo tan bailable logró mover hasta al maniquí,
el piano de Charly nos loqueaba. La tercera se la dedicó a Luis Alberto
Spinetta, era seguramente una de las más esperadas por todos, quizá debimos persignarnos
para "Rezo por vos". El Jockey se convirtió en un estadio argentino
por un momento, se escuchaba sólo una voz "Oh, Oh, Oh, Oh, Oh"
sumados al rostro de un joven Spinetta en la pantalla, nos dejó listos para
vivir intensamente lo que restaba. Seguimos con temas prehistóricos como
"Los dinosaurios", tema también con un inmenso trasfondo político y
social, quizás similar a épocas difíciles en nuestro país, la melancolía nos
rodeaba.
Me perdí por un momento, rememorando viejos tiempos, buenos y malos
pero que viví finalmente y en los que estuvo muy presente la música de García,
pasajes de la vida en que las letras eran nada más que una analogía de la
realidad y ese día, a unos cuantos metros de él, sentía que le estaba dando las
más grandes gracias. En esa desconcentración justo tocaba "Pasajera en
trance", la cuál solamente escuché, para luego sí, reventar mi garganta
con una canción que "termina con All you need is love, de los
Beatles" como advirtió Charly, sí, era "Asesíname". Encuentro
mágico determinados espacios en la vida cuando de manera súbita, mi
percepción sobre algo cambia, por ejemplo mi entendimiento acerca de una
canción, como si logrará descifrarla y lo mejor de todo es que se dé sin
haberlo buscado, como si por fin entendiera que 2 más 2 es 3 y no como creí
toda mi vida. En distintos ratos de la noche tuve sensaciones similares, y no
quiero pensar que haya tenido que ver todo el olor a marihuana que venía de
adelante. Entre otra de las canciones que no canté pero que considero representativas,
estuvo "Influencia", si bien no la aprecio demasiado, el flaco a mí
me ha influenciado demasiado. Para terminar la primera parte del recital, cantó
"Instituciones", otro clásico, esta si se la sabían hasta los
vendedores de chorizos, reventó la teba, las guitarras, y el piano, nos
encontrábamos en éxtasis.
Mientras Charly y "The
Prostitution" descansaban, nos pasaron un fragmento de "Un perro
andaluz", demasiadas pastruladas adornadas con frases que han trascendido
en muchas canciones del oído absoluto. Nos volvimos a impacientar, era
mucho surrealismo para nuestra pobre cultura artística. De esta segunda parte,
de las canciones que sonaron más rápidamente y con las que sentí que la entrada
estaba bien pagada fueron "Me siento mucho mejor", un atinado cover
de The Birds, casi perfecta la traducción, además de "Demoliendo
Hoteles", hecha un clásico por ser una de las más comerciales, conocida
aun por quienes ni siquiera conocen el detalle del bigote de Carlos Alberto
García Moreno (si es que saben de quién hablo). También fue muy emocionante y a
la vez inesperada por mi, "No llores por mí Argentina", porque por
obvias razones, ya el nombre no le da mucho sentido a ser cantada en esta
nación. No obstante fue muy disfrutada, es más que nada la forma en que está
compuesta, más allá de la letra, la locura que desata, la aceleración que
provoca, se experimenta el verdadero rock and roll de alaridos y
destrucción de instrumentos. Continuó "Pecado Mortal" o conocida
también como "Nos siguen pegando abajo", también comercial, bastante
rockera. Por una breve frase del padre del rock en español, supimos que se
avecinaba el final, y un, do, tre, cua, estalló el preludio de "Eiti
Leda", estaba siendo demasiado, considerada una de las poesías más grandes
de la música argentina, y con mucha razón, una lírica genial, escrita quien
sabe, bajo qué cantidad de estupefacientes pero esbozado sutilmente y al
milímetro. La entrada había sido una ganga: a pesar de cualquier capricho,
cualquier engreimiento o queja de mi por haberle faltado muchos de sus greatest
hits, no podía negar que estuve muy cerca, y que me había dado el gusto de
escuchar a esta celebridad tan querida por mi.
Luego de despedirse, regresó.
Era seguro que tenía que hacer la jugada de los conciertos, no recuerdo el
nombre técnico. A la vuelta tocó "Rock and Roll Yo", que siendo
sincero, nunca había escuchado y "Piano Bar" que me sé el corito.
Aplaudimos todos, Charly y los "Prostis" se tomaron de las manos y
cual obra de teatro, abajo y arriba, agradecieron para desaparecer nuevamente.
Los coros continuaron, dispersos, me daba ganas de dirigirlos para ser todos
una voz y que nos escuchen tras bambalinas pero no se podía. Por un lado
gritaban "otra, otra, otra". Por mi lugar era "Chaaaar-ly, Chaaaar-ly".
Otra vez las luces como al inicio nos dieron esperanzas, las voces ya apagadas,
retomaron cargas y lo intentamos otra vez. Salió, salió, por última vez para
que el día termine siendo un sábado azul y mañana, un domingo sin tristezas.
Irónicamente dejó al final una de sus canciones que hizo al comienzo de su vida
de músico, "Canción para mi muerte" y en la que habla de lo que todos
hablan y nadie se libra. La simpleza de nacer, ser bello y feliz, crecer y ser
más feliz y más triste, aprender, pero no acostumbrarse, eso no, por favor.
Genial por todos lados, en su epitafio podría alardear tranquilamente de que
tocó sobre todos los temas importantes en la vida, así como la vida misma. En
el último adiós dejó como posibilidad venir el próximo año (y estaré encantado).
Sólo me queda decir gracias ídolo, y amén.
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