lunes, 18 de noviembre de 2013

Parley


Soy un buen Ulises, sentencio mi amor por las Sirenas. Admiro su poesía, su entonación, su poder de convencimiento. Quizás más sus curvas, sus senos escamosos, sus axilas de encanto.

No me ataron bien los tripulantes. Me arranqué las sogas y escuché sudoroso. Ya en la borda estuve dispuesto a tirarme un clavado hasta que vi los dientes de una de ellas. Todos eran caninos. Yo también los tengo, pensé, pero no tantos. Aunque no es nada que un buen tratamiento estomatológico no pueda enmendar, decidí seguir hacia Ítaca.

La espera no es hacia una vieja "tramposa" que teje, ni al hijo que no crié, es solamente hastío de la tempestad marítima. Quiero tormenta en la tierra, quiero una sirena con brackets, dispuesta a quitarse las mallas verduscas deliberadamente, que me invite a nadar de vez en cuando.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Nunca jamás, quiere decir, tal vez



...te  he dicho "ya es tarde"
y tú sabías que decía "te quiero".
Espero curarme de ti - Jaime Sabines

La comunicación al parecer sería irreal, es decir, o, me refiero con esta afirmación, a que con respecto a las cosas importantes, nunca nos hemos sido sinceros. La comunicación es un proceso egoísta, en el que cada quién recibe una información de acuerdo a lo que quiere o necesita oír. Pienso que los idiomas son infinitos, no sé cuántas lenguas existan al día de hoy, o cuantas estén consideradas vigentes, pero más allá de esas, hay otras, clandestinas, innombrables, unas que mutan cada día, que se están transformando ahora mismo. Estos seudo-idiomas no son una cuestión de moda, han estado desde antes que naciéramos, hundiéndonos e ilusionándonos. Acaso cuando uno era bebé y pronunciaba un garabato, ¿en realidad quería su comida? No. Para eso está el ruido estomacal, sordo.

Si nos guiamos del elemental proceso de comunicación y sus elementos, el cual estudiamos sin ningún interés desde la escuela, es en el código donde está el problema. Puedo decirle a alguien "estoy cansado" y quien me escuche entenderá "necesita descanso" pero no entiende el mundo en el que habito, no entiende que le he dicho: estoy harto de verte, quiero irme de este lugar, me fastidian tus reglas. Y, ¿si nunca dijéramos nada? Tan solo nos miráramos, sería más fácil descifrar los signos, ¿no? También podríamos sólo besarnos. Yo empezaría a besar suavemente, apasionadamente, hasta encontrar a aquellos que nunca quise y les arrancaría los labios y los dientes. Tendría que tener cuidado pero sería inevitable el momento en que llegue uno y haga lo mismo conmigo.

Estoy convencido que no nos entendemos casi nunca, pero sin darnos cuenta, un segundo antes aprendimos a ser pacientes y a aceptar que se puede vivir así. Bienaventurados los que han repetido tantas veces en la vida la frase "nadie me entiende", porque ellos están en la verdad. Creo fehacientemente en esos momentos indescifrables en que uno llega a comunicarse por cuestión de segundos, cuando tienes cerca algo o alguien y sin saber el por qué, puedes sonreír como tarado.