domingo, 30 de enero de 2011

Encontrón

Esperaba sin frío en el paradero, pensando en un recuerdo o en lo fortuito que sería la aparición de una sombra femenina, quizás la sombra de dicho recuerdo. Estaba siendo un verano amable, templado, y lloroso en dos ocasiones.

La 18 se detuvo por el rojo y bajó una muchacha bastante guapa, de una belleza inefable hubiera dicho alguien que guste de arcaísmos. La chica se sorprendió al verlo después de tanto, le dieron ganas de abrazarlo pero no, mejor no, ¿qué haces acá?

- Te estaba esperando.
- Mentiroso, ¿quién te dijo?
- En serio, para qué te mentiría - y la miró profundamente, queriéndola, reconociéndola -. Vamos, te acompaño a tu casa.

En el camino se pusieron al tanto con las novedades, coqueteó un rato, la halagó como antes buscando algún beneficio de otros tiempos, sin embargo lo único que consiguió fueron risas de extremo sarcasmo. A pesar de tenerla a un lado, buscaba insistentemente sus ojos, ese conflicto invisible, tratando siempre de ser él quien le haga enterrar la mirada. Ella digamos que sabía defenderse, aun si sentía que la desvestían. Llegaron a la puerta.

- Ahora vas a tener que regresar y seguir esperando tu carro - le dijo ella.
- Pero si te estaba esperando... Ja, ja, ves que a veces una mentira puede ser bonita.
- Ya lo sabía, pero si pues, puede ser bonita. Depende del mentiroso.
- No te molesta que te mire así, ¿no?
- Mmm, no.