jueves, 3 de abril de 2014

Acoso textual


El libro ajeno: la mujer escotada,
las ganas de abrazarlas, deslechándolas
y el sonido antagónico de cualquier nene que aspira.
- Cjuuuuuuuuuuu (vaso con una cañita, un jugo que se termina)

No más novena ley, deseo leer, contar,
decirlo y sentir que deslumbro.

Cuántos pechos postizos en el armario,
pezones arrugados, inundando la habitación.
Pocos, pocos empolvados que a pesar de su obsolescencia y deterioro
rememoran el momento en que uno pronuncia:
"me vine" y piensa que fue preciso.

Pido permiso al vecino del bus, no me mira por leer,
¿qué pasó finalmente con Quilca?