R y E nacieron una tarde o una mañana. No estoy seguro cual salió primero, al parecer son mellizos. La fecha tampoco la puedo confirmar, fue seguramente cuando empecé a parar con W o cuando vi por segunda vez a Flor.
Es verdaderamente difícil aguantarlos, tal vez no me cuidé lo suficiente, pero no es hora de echarle la culpa a nadie, tarde o temprano iban a darse a conocer, era inevitable pues a la mayoría le pasa. Trato de hacer memoria de cómo se volvieron dependientes de mí pero nada, creo que tanto quisieron ser invisibles que ese día lo lograron (y yo los ayudo casi siempre ahora).
Han crecido demasiado, ya no caben en un solo cuerpo, han aprendido a gritar, a quejarse cuando viajamos en transporte público. W no sé como los llama pero él los trata diferente, él usualmente se rinde y deja que dominen sus brazos, empieza a golpear, luego las piernas patean, si está manejando podría chocar. A pesar que somos distintos, estoy pensando en hacer como W. Es complicado ya a cada rato sonreír cuando apuñalan a uno, fingir tener fuerza de más es para quedar mejor pero me deja agotado. A veces también golpéo. Pronto cavaré un hoyo, uno muy profundo, aunque temo que al querer tirar a R y E me jalen hasta el fondo.